El objetivo de esta actividad es redactar nuevamente y usando tus propias palabras este cuento de unos compañeros de 4º ESO. Aparte de utilizar tu propio estilo deberías mejorar algunasalgunas de sus carencias. Así, por ejemplo, debes evitar algunos saltos bruscos en la historia, repeticiones innecesarias...Y puedes añadir descripciones, modificar o incluir otros diálogos e, incluso, transformar partes de la historia.
Tu relato debe ocupar como máximo dos páginas.
Modo de presentación: Debes enviar tu relato al correo electrónico de tu profesor.
Si tienes alguna duda, la puedes realizar en clase o a través del correo.
Éste es el relato:
EL PESO DEL PASADO
Era un hombre normal, normal hasta que mató a su mejor amigo. De una pelea tonta, pasó eso, herido de arma blanca en el cuello. No se pudo hacer nada por él. A Juan se le habían cruzado los cables y había matado a Daniel. Fue una tontería, pero por ello estaba en la cárcel. Muchas veces pensaba en lo ocurrido, se sentía idiota por lo que hizo, estaba muy arrepentido.
Fue al juicio, y sin decir nada, aceptó todos los cargos. La resolución, veinte años en la cárcel, de los cuales había cumplido diecinueve. En realidad le quedaban dos días para salir, muy poco.
Estos días se le hicieron eternos, solo de pensar en que volvía a ser libre y volvería a ver la luz del sol. Pero cuando llegó este momento estaba muy nervioso, porque no sabía lo que esperaba en la calle, después de tanto tiempo entre rejas.
Cuando llegó de nuevo a su barrio, mucha de la gente que le vio crecer, ni lo reconocía, aunque él los saludaba efusivamente. Otros si se acordaban de él, pero el simple hecho de estar en la cárcel, hacía que le tuvieran miedo y no le hablaran.
Su vida trascurría con cierta tranquilidad, hasta que una noche tuvo una pesadilla. Vio a un joven chico, de unos veinte años, que estaba bailando en la discoteca. Su cara le resultaba muy familiar, pero no se acordaba de quien era. Entonces, giró la cabeza y el chico sorprendentemente había desaparecido. Ya por la mañana pensó en esto, pero no conseguía recordar esa cara.
Llegó la noche, y volvió a tener otra pesadilla, que sería peor. Se reencontró con el joven, y esta vez le habló y Juan contestó:
- Vamos a otra discoteca, Juan.
- No, nos quedamos aquí y punto.
- No seas idiota Juan, este sitio se está poniendo raro…
- ¡Que no!
Entonces Juan escuchó el sonido de una ambulancia y se despertó automáticamente. Él se acordó de que esa era la discusión de la pelea con Daniel (y el joven era Daniel). No se volvió a dormir en toda la noche por la pesadilla.
No soñó con el nunca más, pero la gente de su barrio y algunos familiares le daban la espalda por su pasado. A él le costaba seguir con su vida cuando nadie le hablaba.
Empezó a salir por las noches y a conocer a alguna gente. Sus vecinos seguían sin hablarle y a él, esto le deprimía. Su familia seguía sin hacerle caso, no le cogían el teléfono, ni sus propios padres, y esto le dolía mucho. Si buscaba trabajo, el hecho de que hubiera estado en la cárcel, hacía que no se lo diesen. Él estaba entrando en una gran depresión.
Un mes después, conoció a una chica, Laura. Hablaron, se conocieron, y al poco tiempo empezaron a salir. Esto subió mucho la moral de Juan, y le hizo olvidarse un poco de sus penas.
La relación iba viento en popa, pero a Laura no le gustaba que a Juan no le saludaran sus vecinos, no se relacionara con su familia… Era muy raro.
El amor surgió, y pusieron fecha para la boda, Juan estaba muy contento, pero su moral volvió a bajar cuando nadie de su familia, ni sus propios padres le abrieron la puerta, para recibir la noticia de la boda. Por su parte, Laura se encontró con una prima de Juan y le preguntó porque no se hablaban. Esta le contó toda la historia y a ella no le gusto nada.
Laura dejó en el instante a Juan, por culpa de su pasado. Su pasado tenía un peso muy grande para todas las cosas, e hizo que perdiera lo único que tenía y que quería, Laura.
Esto fue demasiado para Juan. No salió de su casa en cuatro o cinco días. Había sido el golpe más duro de su vida. Ya no tenía nadie con quien relacionarse, y esta es una de las funciones vitales de la vida de un ser humano. Él no pudo superar esto, y un día se quitó la vida trágicamente. Murió con 42 años. Como su amigo, demasiado joven.
Era un hombre normal, normal hasta que mató a su mejor amigo. De una pelea tonta, pasó eso, herido de arma blanca en el cuello. No se pudo hacer nada por él. A Juan se le habían cruzado los cables y había matado a Daniel. Fue una tontería, pero por ello estaba en la cárcel. Muchas veces pensaba en lo ocurrido, se sentía idiota por lo que hizo, estaba muy arrepentido.
Fue al juicio, y sin decir nada, aceptó todos los cargos. La resolución, veinte años en la cárcel, de los cuales había cumplido diecinueve. En realidad le quedaban dos días para salir, muy poco.
Estos días se le hicieron eternos, solo de pensar en que volvía a ser libre y volvería a ver la luz del sol. Pero cuando llegó este momento estaba muy nervioso, porque no sabía lo que esperaba en la calle, después de tanto tiempo entre rejas.
Cuando llegó de nuevo a su barrio, mucha de la gente que le vio crecer, ni lo reconocía, aunque él los saludaba efusivamente. Otros si se acordaban de él, pero el simple hecho de estar en la cárcel, hacía que le tuvieran miedo y no le hablaran.
Su vida trascurría con cierta tranquilidad, hasta que una noche tuvo una pesadilla. Vio a un joven chico, de unos veinte años, que estaba bailando en la discoteca. Su cara le resultaba muy familiar, pero no se acordaba de quien era. Entonces, giró la cabeza y el chico sorprendentemente había desaparecido. Ya por la mañana pensó en esto, pero no conseguía recordar esa cara.
Llegó la noche, y volvió a tener otra pesadilla, que sería peor. Se reencontró con el joven, y esta vez le habló y Juan contestó:
- Vamos a otra discoteca, Juan.
- No, nos quedamos aquí y punto.
- No seas idiota Juan, este sitio se está poniendo raro…
- ¡Que no!
Entonces Juan escuchó el sonido de una ambulancia y se despertó automáticamente. Él se acordó de que esa era la discusión de la pelea con Daniel (y el joven era Daniel). No se volvió a dormir en toda la noche por la pesadilla.
No soñó con el nunca más, pero la gente de su barrio y algunos familiares le daban la espalda por su pasado. A él le costaba seguir con su vida cuando nadie le hablaba.
Empezó a salir por las noches y a conocer a alguna gente. Sus vecinos seguían sin hablarle y a él, esto le deprimía. Su familia seguía sin hacerle caso, no le cogían el teléfono, ni sus propios padres, y esto le dolía mucho. Si buscaba trabajo, el hecho de que hubiera estado en la cárcel, hacía que no se lo diesen. Él estaba entrando en una gran depresión.
Un mes después, conoció a una chica, Laura. Hablaron, se conocieron, y al poco tiempo empezaron a salir. Esto subió mucho la moral de Juan, y le hizo olvidarse un poco de sus penas.
La relación iba viento en popa, pero a Laura no le gustaba que a Juan no le saludaran sus vecinos, no se relacionara con su familia… Era muy raro.
El amor surgió, y pusieron fecha para la boda, Juan estaba muy contento, pero su moral volvió a bajar cuando nadie de su familia, ni sus propios padres le abrieron la puerta, para recibir la noticia de la boda. Por su parte, Laura se encontró con una prima de Juan y le preguntó porque no se hablaban. Esta le contó toda la historia y a ella no le gusto nada.
Laura dejó en el instante a Juan, por culpa de su pasado. Su pasado tenía un peso muy grande para todas las cosas, e hizo que perdiera lo único que tenía y que quería, Laura.
Esto fue demasiado para Juan. No salió de su casa en cuatro o cinco días. Había sido el golpe más duro de su vida. Ya no tenía nadie con quien relacionarse, y esta es una de las funciones vitales de la vida de un ser humano. Él no pudo superar esto, y un día se quitó la vida trágicamente. Murió con 42 años. Como su amigo, demasiado joven.