En Vetusta, decir la Regenta era decir la perfecta casada. (…)
Recordaba que la llamaban madre de los pobres. Sin ser beata, las más ardientes
fanáticas la consideraban buena católica. Los más atrevidos Tenorios, famosos
por sus temeridades, bajaban ante ella los ojos, y su hermosura se adoraba en
silencio. Tal vez muchos la amaban, pero nadie se lo decía... Aquel mismo don
Álvaro que tenía fama de atreverse a todo y conseguirlo todo, la quería, la
adoraba sin duda alguna, estaba segura; más de dos años hacía que ella lo había
conocido, pero él no había hablado
más que con los ojos, donde Ana
fingía no adivinar una pasión que era un crimen.
Verdad
era que en estos últimos meses, sobre todo desde algunas semanas a esta parte,
se mostraba más atrevido... hasta algo imprudente, él que era la prudencia
misma, y sólo por esto digno de que ella no se irritara contra su infame
intento... pero ya sabría contenerle; sí, ella le pondría a raya helándole con
una mirada... Y pensando en convertir
en carámbano a don Álvaro Mesía, mientras él se obstinaba en ser de fuego,
se quedó dormida dulcemente.
1.- Contextualización. Sitúa este fragmento: obra a la
que pertenece, autor, fecha aproximada y movimiento literario.
2.- Preguntas de comprensión:
a) Explica las expresiones y
palabras subrayadas en el fragmento, relacionándolas con el argumento de la obra a la que
pertenece.
b) ¿Cómo es vista la Regenta por
los distintos colectivos señalados en el primer párrafo de este fragmento?
c) ¿Y don Álvaro? ¿Quién es y con qué expresiones
es calificado en este texto?
d) ¿Cuáles son los otros hombres
importantes en la vida de “La Regenta” y qué relación mantiene con ellos?
3.- Explica los
elementos de la narración a partir de este texto.