CAPITULO
I (Comienzo de la novela)
La
heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba
las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles
no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos,
pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en
esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que
el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas
migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón,
parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas,
dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de
los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y
había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para
días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.
a)
Género
literario y justificación.
b)
Tipo
de texto: ¿narrativo o descriptivo? Justifica tu respuesta.
c)
Tipo
de narrador.
d)
¿De
qué trata el texto? Resúmelo en dos líneas.
e)
¿Cuál
es el único ruido que se oye en la ciudad? ¿Por qué?
f)
Identifica:
comparaciones, personificaciones y enumeraciones.
g)
Tiempo
verbal predominante.
h)
Ritmo
narrativo: ¿lento o rápido? Justifica tu respuesta.
i)
Análisis
de la cohesión: La cohesión de este fragmento la encontramos al
identificar:
-
Palabras
clave.
-
Repeticiones.
-
Sinónimos
y antónimos
-
Hiperónimos e hipónimos.
-
Campos
semánticos (léxicos).
-
Familias
de palabras.
-
Anáfora
y catáfora.
-
¿Algún
recurso literario que aparezca constantemente?
-
Marcadores
textuales (conectores).
j)
Análisis
de la coherencia:
-
Tema
principal.
-
Tema
de cada enunciado y relación con los demás.
Don Fermín contemplaba la ciudad. Era
una presa que le disputaban, pero que acabaría de devorar él solo. ¡Qué!
¿También aquel mezquino imperio habían de arrancarle? No, era suyo. Lo había
ganado en buena lid. ¿Para qué eran necios? También al Magistral se le subía la
altura a la cabeza; también él veía a los vetustenses como escarabajos; sus
viviendas viejas y negruzcas, aplastadas, las creían los vanidosos ciudadanos
palacios y eran madrigueras, cuevas, montones de tierra, labor de topo... ¿Qué
habían hecho los dueños de aquellos palacios viejos y arruinados de la Encimada
que él tenía allí a sus pies? ¿Qué habían hecho? Heredar. ¿Y él? ¿Qué había
hecho él? Conquistar. Cuando era su ambición de joven la que chisporroteaba en
su alma, don Fermín encontraba estrecho el recinto de Vetusta; él que había
predicado en Roma, que había olfateado y gustado el incienso de la alabanza en
muy altas regiones por breve tiempo, se creía postergado en la catedral
vetustense. Pero otras veces, las más, era el recuerdo de sus sueños de niño,
precoz para ambicionar, el que le asaltaba, y entonces veía en aquella ciudad
que se humillaba a sus plantas en derredor el colmo de sus deseos más locos.
Era una especie de placer material, pensaba De Pas, el que sentía comparando sus
ilusiones de la infancia con la realidad presente. Si de joven había soñado
cosas mucho más altas, su dominio presente parecía la tierra prometida a las
cavilaciones de la niñez, llena de tardes solitarias y melancólicas en las
praderas de los puertos. El Magistral empezaba a despreciar un poco los años de
su próxima juventud, le parecían a veces algo ridículos sus ensueños y la
conciencia no se complacía en repasar todos los actos de aquella época de
pasiones reconcentradas, poco y mal satisfechas. Prefería las más veces recrear
el espíritu contemplando lo pasado en lo más remoto del recuerdo; su niñez le
enternecía, su juventud le disgustaba como el recuerdo de una mujer que fue muy
querida, que nos hizo cometer mil locuras y que hoy nos parece digna de olvido
y desprecio. Aquello que él llamaba placer material y tenía mucho de pueril,
era el consuelo de su alma en los frecuentes decaimientos del ánimo.
a)
Transforma
las tres líneas iniciales a estilo directo, es decir, como si las dijese en voz
alta el Magistral.
b)
Subraya
ejemplos de estilo indirecto libre, es decir, partes donde se recoja lo que
piensa un personaje, pero sin ningún verbo de lengua que lo introduzca (decir,
expresar, comentar…).
c)
¿Con
qué identifica don Fermín a Vetusta? Consecuentemente, el lector con qué
relaciona al Magistral.
d)
Don
Fermín afirma que ha conquistado Vetusta; ¿qué han hecho según él los habitantes?
e)
Explica
por qué el Magistral prefiere recordar su infancia y no su juventud.
f)
Tiempo
verbal predominante.
g)
Análisis
de la cohesión: La cohesión de este fragmento la encontramos al
identificar:
-
Palabras
clave.
-
Repeticiones.
-
Sinónimos
y antónimos
-
Hiperónimos
y hipónimos.
-
Campos
semánticos (léxicos).
-
Familias
de palabras.
-
Anáfora
y catáfora.
-
¿Algún
recurso literario que aparezca constantemente?
-
Marcadores
textuales (conectores).
h)
Análisis
de la coherencia:
-
Temas.
- Relación entre ellos.
CAPÍTULO XIII
La Marquesa, sin malicia, como ella hacía las cosas, llamó
a su lado a Anita para decirla:
-Ven acá, ven
acá, a ver si a ti te hace más caso que a nosotras este señor displicente.
-¿De qué se
trata?
-De don
Fermín que no quiere venir al Vivero.
El don
Fermín, que ya tenía las mejillas algo encendidas por culpa de las libaciones
más frecuentes que de costumbre, se puso como una cereza cuando vio a la
Regenta mirarle cara a cara y decir con verdadera pena:
-Oh, por
Dios, no sea usted así, mire que nos da a todos un disgusto; acompáñenos usted,
señor Magistral...
En el gesto,
en la mirada de la Regenta podía ver cualquiera y lo vieron De Pas y don
Álvaro, sincera expresión de disgusto: era una contrariedad para
ella la noticia que le daba la Marquesa.
Por el alma
de don Álvaro pasó una emoción parecida a una quemadura; él, que conocía la
materia, no dudó en calificar de celos aquello que había sentido. Le dio ira el
sentirlo. «Quería decirse que aquella mujer le interesaba más de veras de lo
que él creyera; y había obstáculos, y ¡de qué género! ¡Un cura! Un cura guapo, había que confesarlo...». Y entonces, los
ojos apagados del elegante Mesía brillaron al clavarse en el Magistral que
sintió el choque de la mirada y la resistió con la suya, erizando las puntas
que tenía en las pupilas entre tanta blandura. A don Fermín le asustó la
impresión que le produjo, más que las palabras, el gesto de Ana; sintió un
agradecimiento dulcísimo, un calor en las entrañas completamente nuevo; ya no se trataba allí de la vanidad suavemente halagada, sino de
unas fibras del corazón que no sabía él cómo sonaban. «¡Qué diablos es esto!»
pensó De Pas; y entonces precisamente fue cuando se encontró con los ojos de don
Álvaro; fue una mirada que se convirtió, al chocar, en un desafío; una mirada
de esas que dan bofetadas; nadie lo notó más que ellos y la Regenta. Estaban
ambos en pie, cerca uno de otro, los dos arrogantes, esbeltos; la ceñida levita
de Mesía, correcta, severa, ostentaba su gravedad con no menos dignas y
elegantes líneas que el manteo ampuloso, hierático del clérigo, que relucía al
sol, cayendo hasta la tierra.
a) ¿Cómo se sientes los personajes
principales de este fragmento y por qué?
b) División en partes y justificación.
c) Analiza la coherencia, los distintos
temas que aparecen.
d)
Analiza
la cohesión.
Identifica ejemplos de
estilo directo y de estilo indirecto libre.
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