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1. Lee
atentamente y responde (3’5 puntos):
CAPÍTULO XVI
Ya no pasaba
nadie por la Plaza Nueva; ni lacayos, ni curas, ni chiquillos, ni mujeres de
pueblo; todos debían de estar ya en el cementerio o en el Espolón...
Ana vio
aparecer debajo del arco de la calle del Pan, que une la plaza de este nombre
con la Nueva, la arrogante figura de don Álvaro Mesía, jinete en soberbio
caballo blanco, de reluciente piel, crin abundante y ondeada, cuello grueso,
poderosa cerviz, cola larga y espesa.
Era el animal
de pura raza española, y hacíale el jinete piafar, caracolear, revolverse, con
gran maestría de la mano y la espuela; como si el caballo mostrase toda
aquella impaciencia por su gusto, y no excitado por las ocultas maniobras
del dueño. Saludó Mesía de lejos y no vaciló en acercarse a la Rinconada, hasta
llegar debajo del balcón de la Regenta.
El estrépito
de los cascos del animal sobre las piedras, sus graciosos movimientos, la
hermosa figura del jinete llenaron la plaza de repente de vida y alegría, y la
Regenta sintió un soplo de frescura en el alma. ¡Qué a tiempo aparecía el
galán! Algo sospechó él de tal oportunidad al ver en los ojos y en los labios
de Ana, dulce, franca y persistente sonrisa.
No le negó
la delicia de anegarse en su mirada, y no trató de ocultar el efecto que en
ella producía la de don Álvaro. Hablaron del caballo, del cementerio, de la
tristeza del día, de la necedad de aburrirse todos de común acuerdo, de lo
inhabitable que era Vetusta. Ana estaba locuaz, hasta se atrevió a decir lisonjas,
que si directamente iban con el caballo también comprendían al jinete.
Don Álvaro
estaba pasmado, y si no supiera ya por experiencia que aquella fortaleza
tenía muchos órdenes de murallas, y que al día siguiente podría encontrarse
con que era lo más inexpugnable lo que ahora se le antojaba brecha, hubiese
creído llegada la ocasión de dar el ataque personal, como llamaba al más brutal
y ejecutivo. Pero ni siquiera se atrevió a intentar acercarse, lo cual hubiera
sido en todo caso muy difícil, pues no había de dejar el caballo en la plaza.
Lo que hacía era aproximarse lo más que podía al balcón, ponerse en pie sobre
los estribos, estirar el cuello y hablar bajo para que ella tuviese que
inclinarse sobre la barandilla si quería oírle, que sí quería aquella tarde.
a) Tipología textual del fragmento y justificación.
b) Tipo de narrador y justificación.
c) Explica las expresiones y palabras subrayadas en el fragmento,
relacionándolas con el argumento de la obra a la que pertenece.
d) ¿De qué trata el texto? Resúmelo en unas líneas.
e) Identifica
y explica al menos tres recursos retóricos.
f) ¿Quién es ese don Álvaro Mesía que aparece en el texto? Recoge
varias expresiones con las que es designado en el fragmento.
g) ¿Quiénes son los otros amores de Ana Ozores?
2.-
Explica las características del Realismo y, en la medida de lo posible, explica
si se cumplen en este fragmento o en La
Regenta (2 puntos)
3.-
Realiza un esquema de los textos expositivos (1’5 puntos)
4.-Subraya las proposiciones
subordinadas de estas oraciones. También puede haber oraciones coordinadas; en
ese caso, tendrás que señalar cada una de las oraciones que la forman. No se
repite ninguna proposición del mismo tipo (1 punto):
a)
Cuando lo hizo, aprobó.
b)
Su
compañero no sabía cómo se hacía esto.
c)
Copió
en el examen como le habían enseñado sus compañeros.
d)
Quedaron donde se vieron la primera vez.
e)
Piensa pero no demasiado.
f)
Es
necesario que me digas la verdad.
g)
Se
olvidó de que hoy era el examen.
h)
La tarea que le mandé lo ponía nervioso.
5.- Esquema de la clasificación de la oración compuesta.
Aporta ejemplos o nexos en cada tipo (0’5 puntos)
6.- Ahora analiza de
forma pormenorizada y clasifica UNA de estas oraciones (1’5 puntos):
a)
Don
Álvaro estaba pasmado y sabía que aquella fortaleza tenía muchas murallas.
b) Aquella tarde Ana sí quería que él le
hablara desde su caballo.
c) Sus tíos le preguntaron qué edad tenía
su nueva compañera de piso.
d)
A mí me dijeron que jugábamos en el campo
viejo.